Encandilado por la película de Akira Kurosawa, busqué en la red un comentario que coincida con mi opinión (que vivo!) en el blog LAS VACAS SAGRADAS dice:
Estas son épicas, no mamarrachadas. Me refiero a Kagemusha, la Sombra del Guerrero (Kagemusha, Japon, 1980). En el Japón del siglo XVI, un ladrón es salvado del cadalso por su extraordinario parecido físico con el señor feudal de la región, Shingen Takeda (Tatsuya Nakadai, actor que luego protagonizaría para el mismo Kurosawa su siguiente filme, Ran/1985). Para salvar el pellejo, el ladrón de marras acepta trabajar como “kagemusha”, es decir, como doble del señor, sustituyéndolo cuando éste lo considere necesario. Sin embargo, Takeda es herido en combate y antes de morir pide a su corte que oculte su muerte durante 3 años para evitar que todo el clan sea destruido por sus múltiples enemigos. De esta manera, el falso Takeda tendrá que aparecer ante los ojos de todo mundo como el Señor Feudal.
Estas son épicas, no mamarrachadas. Me refiero a Kagemusha, la Sombra del Guerrero (Kagemusha, Japon, 1980). En el Japón del siglo XVI, un ladrón es salvado del cadalso por su extraordinario parecido físico con el señor feudal de la región, Shingen Takeda (Tatsuya Nakadai, actor que luego protagonizaría para el mismo Kurosawa su siguiente filme, Ran/1985). Para salvar el pellejo, el ladrón de marras acepta trabajar como “kagemusha”, es decir, como doble del señor, sustituyéndolo cuando éste lo considere necesario. Sin embargo, Takeda es herido en combate y antes de morir pide a su corte que oculte su muerte durante 3 años para evitar que todo el clan sea destruido por sus múltiples enemigos. De esta manera, el falso Takeda tendrá que aparecer ante los ojos de todo mundo como el Señor Feudal.
Kagemusha, la Sombra del Guerrero, es una fascinante fábula sobre el poder y su capacidad de atra cción y destrucción. Toda la cinta es un ir y venir entre la narrativa estática nipona (típica de un Yasujiro Ozu) y una puesta en imágenes diríase hollywoodense, con cruentas batallas bañadas en sangre, perfectamente montadas y coreografiadas. En este mismo aspecto, hay que tener especial atención en el diseño visual de todo el filme, calcado/homenajeado/plagia
A pesar de que el filme fue escrito por el propio Kurosawa junto a su colaborador habitual Masao Ide, Kagemusha tiene un aire de tragedia clásica, casi shakespeariana: el ejercicio del poder –tema shakespeariano si lo hay-- transforma al ladrón y provoca que actúe impelido por la sombra del verdadero señor ya muerto. La devoción a esa sombra provocará finalmente la destrucción de él y de todo el clan, cumpliéndose así el sino fatal de aquéllos que son incapaces de comprender el poder.
Un filme ya clásico que, en su momento, se convirtió en un éxito inmediato tanto en la taquilla nipona –que siempre desconfió del “occidentalizado” Kurosawa—como ante la crítica y en todo el mundo: Kagemusha ganó la Palma de Oro en Cannes en 1981 y la cinta fue nominada tanto a los Globos de Oro como al Oscar en la categoría de Mejor Filme Extranjero (en los Globos le ganó el espléndido filme de época Tess/Polanski/1979, mientras el Oscar se lo llevó el melodrama ruso M oscú No Cree en Lágrimas/Menshov/1979). Eso sí: de cualquier manera Kurosawa obtuvo el premio al Mejor Director en los BAFTA británicos y Kagemusha fue nombrada como la Mejor Cinta Extranjera en los premios César franceses de 1981.
En todo caso, más allá de premios ganados o no, Kagemusha se muestra, más de 20 años después de su estreno, como una de las obras más perfectas de Akira Kurosawa, uno de los dos o tres más grandes cineastas nipones del siglo XX.
LAS VACAS SAGRADAS